sábado, 18 de abril de 2015

LA MUJER DE SOMBRA, DE LUISGÉ MARTÍN

 
 
La mujer de sombra, de Luisgé Martín. Editorial Anagrama.

A pesar de ser esta una novela que he leído con interés y que no desalienta al lector en ningún momento, creo que hay un par de cosas que de entrada fallan. El argumento sería de entrada este: poco después que Guillermo confiese a su amigo Eusebio que mantiene relaciones sexuales de tipo sadomasoquista con una tal Marcia, muere inesperadamente en un accidente. Posteriormente, el tal Eusebio decide ponerse en contacto con dicha señora para darle noticia del suceso (ya que fuera de esa relación que mantienen en casa de ella, Marcia y Guillermo eran auténticos desconocidos), aunque lo en realidad  atrae a Eusevio es la necesidad de acercarse a ella tras la confesión de su desaparecido amigo. Lo cierto es que, tras un tiempo intimando (y sin que él llegue a confesarle el fatídico destino de su antiguo esclavo sexual)  acaban por establecer una relación íntima totalmente normal hasta el punto de casarse, sin que en ningún momento la tal Marcia-Julia (nombre real) muestre ni sombra de sus supuestas perversiones sexuales.


El problema es, primero, que Eusebio sea alguien que viva de una herencia familiar que le permita trabajar de lo que le venga en gana: tal vez hubiera sido más acertado (y probablemente, más complejo) buscar a una persona más parecida al resto de los mortales, con sus respectivas responsabilidades,  y su caída a los infiernos de la perversión sexual; el otro es que la tal Marcia-Julia muestre una transformación tal que desaparezcan sus aficiones sadomasoquistas, y que además se case, como se dice...¡por amor!. No creo que quien sea devoto de tales aficiones pueda prescindir de ellas con tal facilidad.

De todas maneras, dejando de lado estas apreciaciones, el ritmo y la prosa de la novela, con un constante crescendo, son muy acetados y no desfallecen hasta el final. Plantea toda una serie de temas referentes al sexo y a la identidad sexual, a internet como gran válvula de escape donde dar rienda suelta a todo ello, a los límites estrechos entre lo delictivo y lo perverso, a la necesidad humana de mentir e inventar una nueva vida que pueda llegar a ser más intensa que la real. Todo esto en un libro con una exensión lo suficiente discreta para no verse superado por todo ello (ni tampoco por las deficiencias que yo haya podido señalar antes).

Supongo que ese es el reto que se plantea la novela: transitar como un funambulista en esa imperceptible frontera entre la perversión y el deseo. Escribir sobre esa capacidad que tiene el sexo de hablar sobre las personas, que huye del lenguaje para expresarse, y ahí tal vez redique la dificultad del escritor cuando intenta recrearlo.


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