domingo, 29 de octubre de 2017

MANUAL EXILIO, COMO APROBAR SU EXILIO EN TREINTA Y CINCO LECCIONES, DE VELIBOR COLIC





Foto: Isabel Mojal


Manual de Exilio, como aprobar su exilio en treinta y cinco lecciones, de Velibor Colic, editorial Periférica. Traducción de Laura Salas Rodríguez.

El título ya es muy elocuente, da cuenta del tono con el que está escrito este libro: un cierto humor amargo y la voluntad de no escribir una novela al uso, sino la fragmentariedad a la que le obliga su condición de exiliado.

Ex combatiente de la guerra de Bosnia, con un modesto reconocimiento como escritor en la antigua Yugoslavia de la que finalmente huyó en 1992 tras luchar en el ejército bosnio y ser hecho prisionero, llega a la ciudad francesa de Rennes buscando una nueva vida, donde pasará por esa fría puerta de entrada por la que desfilan todos aquellos exiliados y refugiados de todo el mundo que sueñan con entrar en Occidente.

Los treinta y cinco capítulos son precisamente pequeños frescos de situaciones personales, todas ellas muy gráficas, que se fue encontrando durante todo ese periplo: su relación con las nuevas autoridades, con la burocracia, con otros exiliados del este de Europa con quien comparte penalidades, sus escarceos amorosos, sus tardes perdidas en bares…

“mi vida de exiliado, de refugiado se basa en maneras de pasar el tiempo, como alargar un café el máximo tiempo posible sin ser expulsado de un bar, postergar para el día siguiente el intento de suicidio”.

Y siempre presente un cierto humor amargo y sin rastro de autocompasión. El humor siempre estará presente, al acecho, como una especie de exorcismo ante la realidad, un cinismo salvador ante su soledad.
Colic, como escritor que es, cree en el valor de la literatura, de la cultura, y le decepcionará ver que ese no será salvoconducto con el que esperaba ser aceptado, que su pasado como escritor no cuenta para nada en su idealizada Francia y que tal vez esa Europa donde la cultura es venerada sólo existía en su imaginación.

En realidad, el exilio (como la muerte) iguala a todo el mundo.

Él mismo se retrata sin piedad con sus ínfulas de persona leída ante esa nueva realidad donde su pasado no interesa a nadie, con su obstinación que convertirse en imagen de alguno de esos otros escritores que también fueron exiliados (Gombrowitz, Solzhenitzyn…).

A pesar de ello tiene muy claro que la lengua francesa es fundamental para su futuro, no solo para poder continuar con su carrera literaria sino también “para que mi dolor permanezca para siempre en mi lengua materna”.  De hecho lo logrará, y conseguirá desde entonces emprender una nueva carrera literaria desde el momento que escribe “Los bosnios”, ya en francés, y cuya gestación narra también en este libro.

En el fondo esta novela, si se puede llamar así, no deja de estar escrita por alguien que entiende la literatura como su manera de ver el mundo, como su única bandera e identidad, y su lucha como exiliado no deja de ser la de conseguir una nueva voz, en una nueva lengua, donde seguir viviendo.


No hay comentarios: